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El virus, el ciclo económico y la expectativa

  • Foto del escritor: Kapital Analytics
    Kapital Analytics
  • 14 abr 2020
  • 6 Min. de lectura

Durante el 2019, los mercados financieros han logrado sobrepasar el alto nivel de incertidumbre política. Las tensiones entre los EE. UU. y países que van desde China y Rusia, a Irán y Venezuela, así como situaciones sin resolver como el Brexit, no evitó las grandes ganancias de los mercados a principios de año, donde el principal impulsor de esas ganancias y optimismo proviene de las políticas monetarias aplicadas en los principales mercados desarrollados, así como en algunos países emergentes.

Sin embargo, era evidente la situación en la economía real donde la desaceleración en el comercio mundial debilitaba las perspectivas de crecimiento, y la incertidumbre aumenta con niveles de mercados a máximos históricos.

Habiendo agotado en gran parte las herramientas de política monetaria, los bancos centrales se enfretan a menores efectos positivos de las estrategias y un aumento de los efectos secundarios por el mecanismo de transmisión monetaria aplicada, que se acelera con la reciente crisis del COVID-19, donde el pánico volvió a dominar los mercados, con importantes caídas en las bolsas agitadas por la preocupación ante la expansión del virus y la inminente recesión económica mundial.


El S&P 500 llegó a registrarse altas volatilidades, que se atribuyen ante el aumento del número de contagiados por el coronavirus y las medidas para contener su expansión. Los inversionistas han buscado refugiarse en opciones más seguras, que en conjunto con la rebaja de la tasa Fed a casi en cero, han llevado el rendimiento de los bonos del tesoro a mínimos históricos.

Aunque la evolución de la pandemia sigue sin estar clara, si los controles sanitarios de seguridad no logran contener la expansión del COVID-19, y los mercados financieros anticiparían un impacto mayor en las cadenas de suministros que resulten en recortes de producción.

Ante el temor sobre el impacto económico de la propagación del coronavirus, los mercados continúan la racha negativa a medida que los inversionistas están vendiendo activos y colocando su dinero en instrumentos considerados de refugio. El miedo predomina los mercados en estos momentos y el sentimiento de los inversionistas tienden a ser impulsados por el ciclo de noticias, y también tienden a reaccionar exageradamente.

A pesar de una serie de desarrollos políticos extraordinarios el recorte de la tasa Fed, el paquete de estímulo de USD3 billones, el compromiso del G7 de utilizar todas las herramientas políticas adecuadas, una promesa de restructuración de deudas del FMI (Fondo Monetario Internacional) para Mercados Emergentes, los mercados no han logrado estabilizarse, incluyendo los diferenciales de crédito entre mercado desarrollado y emergente; el petróleo y las monedas emergentes han alcanzado nuevos mínimos en el año; y la volatilidad de la renta variable se acerca a nuevos máximos del ciclo.

Adicionalmente a la situación presentada, el 8 de marzo de 2020, Arabia Saudita inició una guerra de precios con Rusia que fue provocada por una ruptura en el diálogo entre la OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo) y Rusia sobre los recortes de producción de petróleo propuestos en en medio de la pandemia de coronavirus

Luego de la ruptura de diálogo, los precios del petróleo retrocedieron más del 30%, donde ya habían caído un 30% desde el comienzo del año debido la reducción en la demanda de viajes y la falta de actividad productiva.


El ciclo de largo plazo y la búsqueda de equilibrio

Los bancos centrales han reducido las tasas de interés para incentivar nuevamente el crecimiento y generar una expansión, donde en el ciclo de la deuda a corto plazo, el gasto se ve limitado solo por la disposición de prestamistas y prestatarios a proporcionar y recibir crédito. Sin embargo, durante largos periodos de tiempo, las deudas aumentan más rápido que los ingresos creando el ciclo de deuda a largo plazo y genera una burbuja.

Esta burbuja, donde la relación de deuda/ingreso se hace cada vez más alta, crea una ilusión de auge y estabilidad creando mayores niveles de apalancamiento, y donde llega el momento que el apalancamiento no es del todo sostenible porque los gastos siguen creciendo a mayor ritmo que los ingresos por el mismo efecto del apalancamiento.


Esta es la explicación de la expectativa de finalización de ciclo en el reporte de reporte Perspectivas Kapital I trimestre 2020, donde inicia el proceso de desapalancamiento, visto en la economía mundial con la crisis del 2008, Japón en 1989 y los EE.UU. en 1929.


En un proceso de desapalancamiento generalmente se observa un alto requerimiento de liquidez para enfrentar las deudas de corto plazo, recorte de gastos y flexibilización cuantitativa, que significa la impresión de dinero por parte de bancos centrales, especialmente cuando las políticas monetarias son limitadas.


El recorte de gastos implica reducción de ingresos de la contraparte, por lo que resulta ser deflacionario y genera un ciclo negativo en la capacidad de pago, que podría llevar a una contracción económica, y depende de lo servero que sea, puede considerarse una depresión.


Por otro lado, la mayoría de las economías después de haber bajado sus tasas de interés a casi cero, se ve obligado a imprimir dinero (flexibilización cuantitativa). A diferencia del recorte del gasto y la reducción de deudas, imprimir dinero es inflacionario, lo que hizo los EE.UU. en 1929 y 2008, donde imprimió más de USD2 billones y en esta oportunidad se ha aprobado USD3 billones.


Al inyectar liquidez a la economía, los bancos centrales pueden otorgar préstamos al gobierno para aumentar el gasto en bienes y servicios a través de los programas de estímulo y beneficios de desempleo. Esto aumentaría la deuda del gobierno pero bajaría la carga total de la economía, sin dejar por fuera una política fiscal apropiada que contribuya al objetivo de equilibrio.


Con esto, viendo en perspectiva de solución, es importante generar el equilibrio entre las estrategias inflacionarias y estrategias deflacionarias para que el proceso de desapalancamiento tenga menos impacto real en la riqueza. Que aún con bajas tasas, no se descontrole los niveles de créditos o deuda, el cual sería compensado con la inyección de liquidez, y que esta inyección sea para generación de productividad para equilibrar las deudas, en vez de aumentar la especulación y tomar riesgos mayores a su capacidad.


Si se logra un equilibrio entre las estregias inflacionarias y deflacionarias, el desapalancamiento no sería un aterrizaje forsozo, aunque se espera que el crecimiento sea lento, pero las cargas de la deuda disminuyen, y vuelve a generar un ciclo positivo en las economías, donde la relación deuda/ingreso sea sostenible.


Si bien la situación apunta hacia un panorama difícil, el apropiado manejo del portafolio manteniendo una estrategia defensiva y altamente diversificada es crucial para sobrevolar en esta turbulencia. El portafolio debería abogar por una posición neutral en duración, explorar oportunidad de inversión selecto dentro de las oportunidades y especialmente enfatizar en la diversificación del portafolio, con la mentalidad de reposicionamiento en vez de toma de riesgos.


Los ciclos económicos tal como se han planteado en este documento, implica el comienzo de un proceso de desapalacamiento, que si es manejado apropiadamente, puede ser menos dramático. En el pasado, las reacciones de los mercados después de los ajustes de ciclos, se presentan con más oportuidades de inversión y alto crecimiento.





Adicionalmente se podrá considerar inversiones alternativas que tienen efectos muy positivos de diversificación ante los altos niveles de incertidumbre y volatilidad de los mercados. Los productos alternativos permiten contribuir en mejores niveles de diversificación por su baja correlación con los instrumentos tradicionales, y alargar el horizonte de inversión por medio de objetivos de más largo plazo, con mayor flexibilidad de ajuste en términos de rendimiento-riesgo y acortar el déficit actuarial en caso de portafolios institucionales.



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